sábado, 20 de febrero de 2010

Escritos propios: 7. Flashback, elipsis y digresión reflexiva

Al entrar en el vagón de tren poco concurrido y cálidamente iluminado no tarda en desprenderse de su jersey y sentarse frente a mí. Ligero traqueteo evidenciado en el balancear de los cuerpos, en los sonidos amortiguados: una pequeña molestia que deja de serlo por su afán cotidiano. Sus ojos recorren la acogedora estancia y sus ocupantes. Los míos lo miran a él. Es un hombre alto y joven y de piel clara, con barba de dos días; lleva el pelo castaño muy corto, rapado, tanto que de lejos no se le distinguiría, una calvicie que aun sumándole años lo hace atractivo. Sus ojos grandes y claros, rodeados ya de ligeras arrugas, concentran la belleza del rostro. Y yo me concentro en ellos mientras se tornan hacia mí y nos miramos y no retiramos la mirada. Sonríe y yo también, tímida, discretamente. Nadamos en la profundidad del otro dos, tres segundos. Ahora sí, turbada desvío la cabeza. El gesto me hace reparar en su equipaje, en esa mochila marrón que no soy capaz de olvidar.

Aquel día encontré por fin lo que andaba buscando. Llevaba mucho tiempo organizándolo todo, incluidos los más mínimos detalles. Quería que recordase su vigésimo sexto cumpleaños como el más espléndido, el más feliz. Sus amigos, los nuestros, él y yo. Los dos y los demás, pero sobre todo nosotros, juntos como nunca. Y había dado con el mejor regalo: la mochila de piel, sí, la misma que ahora tengo frente a mí. Aquella fiesta y aquel paquete, aquella cara al abrirlo y su reacción repentina; desde entonces, desde todo aquello… ah.

Lee y yo miro cómo el sol se esconde tras las montañas lentamente. El tren cruza el río por un viejo puente de hormigón pero no nos damos cuenta porque seguimos haciendo ver que hacemos algo que no hacemos. Interpretamos papeles de gente común, de gente que lee de verdad, que mira con interés el paisaje; sin embargo somos conscientes de la atención que nos robamos, de las miradas que alternamos, del reclinar de nuestras espaldas, haciendo que sólo unos milímetros separen nuestras rodillas. Siento su atracción, la misma que la mía; noto su voluntad, el sudor en las palmas de sus manos, la sed de su garganta. Y también un aleteo ascender dentro de mí, el cosquilleo creciente al que induce su cercanía. Siento arder mis mejillas y tiemblo de calor.

Quisiera reclinarme más y mirarle, buscar un mar en calma entre la tormenta, notar la frescura del agua y la calidez tibia de su cuerpo. Alargar mis piernas y rozar las suyas, tranquilizar sus dedos bailarines, nerviosos sobre el pantalón. Pero mis pensamientos no me dejan saltar: el recuerdo del dolor anula mi voluntad. Mi cuerpo le llama, grita, sufre en silencio, encarcelado. ¿Qué hice mal? ¿Por qué no le gustó? Sus palabras me hirieron sin motivo, las risas ofendieron mi trabajo y él, él… la fiesta, todos allí… yo le quería. Te quería. ¿Por qué? Ya nada tiene sentido, todo está oscuro. El deseo impaciente se reduce a una mera esperanza, vana, ilusa, infantil.

Le escucho remover en la mochila y se levantarse para volver a ponerse el jersey. Cuando se sienta, yo divago en nada con la mirada perdida en el cielo ya oscuro, lo que no me impide sentir, esta vez sí, el roce de la tela primero y la clara unión de nuestras rodillas después. Instintivamente me giro hacia él con sorpresa en el rostro: sus ojos clavados en los míos. Ya no hay timidez en ellos, sólo valor. La mirada se eterniza a lo largo de segundos.

No escucho el aviso, ni siento cómo el tren ralentiza. Él sí, o no, pero se pone en pie y, sin dejar de mirarme, me ofrece el libro con un hasta pronto. Después, sus pasos suenan unos instantes a mi espalda hasta desaparecer.

4 comentarios:

Juan Trystero dijo...

Muy interesantes los escritos propios. ¿Has leído los "ejercicios de estilo" de Queneau?

Unknown dijo...

Hola, Yo.

La verdad es que no, pero no es la primera vez que escucho hablar del libro. Si no me equivoco de persona, no hace mucho comentaron algo acerca del autor en un programa de libros de la tele. Tendré que hacerme con él y echarle un ojo.

En cuanto a mis escritos, estás invitado a hacerme propuestas de mejora :P

¡Muchas gracias por tu comentario!

identidad Bibliotecaria dijo...

Saludos desde la inestable buenos aires....
Cuando puedas te invito a recorrer este sitio de Bibliotecología.....
http://richardebury.blogspot.com/
y el foro de Cultura y Sociedad

Unknown dijo...

Gracias Richard, el blog es muy interesante.